Cuando hablamos de grandes infraestructuras, de autovías, de nuevas carreteras, muchas veces parece que sólo nos quedamos con las grandes cifras, con el coste de tantos millones de euros que supone cada actuación de este corte. Hoy aprovecho la apertura al tráfico de la variante de Castañares para poner en valor otras cuestiones y es que La Rioja ha demostrado con creces su fortaleza para emprender obras de esta envergadura.
La variante de Castañares supone el primer paso de la futura autovía que vertebrará todo el corredor del Oja, y acerca ya por sí misma tres de los principales municipios de La Rioja Alta, como son Haro, Santo Domingo y Ezcaray. Nuestros paisajes del vino, el Camino de Santiago y la sierra de la Demanda, están ahora más cerca gracias a esta infraestructura que da ya solución técnica al horrible problema del tráfico en Castañares. Tráfico que suponía peligros, ruidos, además de contaminación, y que ahora se aleja del núcleo urbano para una mayor seguridad vial de todos.
Desde el municipio más grande hasta el más pequeño de La Rioja merecen las mejores infraestructuras, y todos los riojanos merecen que los políticos cumplamos la palabra dada: los vecinos de Castañares no se creían que iba a estar abierta la variante en esta Legislatura y ahí están los hechos.
Las Jornadas nacionales de población gitana están teniendo lugar estos días en Logroño, gracias al esfuerzo organizador de todo el colectivo gitano en La Rioja y especialmente gracias al trabajo de la Asociación de Promoción Gitana y de su Presidente, Enrique Jiménez.
Estas jornadas nos tienen que servir a todos para trasladar desde La Rioja a toda España el deber de todos de defender los derechos y la igualdad de oportunidades de cualquier ciudadano, sea de la raza que sea. La convivencia de los más de 9.000 gitanos en nuestros pueblos es una garantía para poder lanzar este mensaje positivo, porque todos tenemos la obligación de aportar a nuestra tierra sin discriminar a nadie.
A veces se nos llena la boca hablando de integración, y en este sentido, hablar de la integración gitana en La Rioja no es hacerlo en balde. No es una actitud en una sola dirección, sino en ambas. Y es que el pueblo gitano demuestra una voluntad firme y clara de querer integrarse en esta tierra, sin ser nadie más que nadie. Debemos buscar fórmulas entre todos para que las señas de identidad del pueblo gitano no se pierdan, porque eso nos enriquece culturalmente a todos. Que se les respete como un pueblo con una identidad.
Esa firme voluntad gitana por la integración es lo que hace que desde la Administración regional se desarrollen múltiples programas de colaboración (mediadores socioculturales, programas de primer empleo, de formación, desarrollo social de la mujer gitana, acuerdos relacionados con vivienda, servicios sociales, etc.), todo para que sean y se consideren, como no puede ser de otra manera, riojanos de pleno derecho.