El fin de semana de este <em>ciudadano</em> terminó viviendo el partidazo de nuestro gran pelotari Augusto Ibáñez. Lo vi muy fuerte y muy bien acompañado por Pascual (también hay que reconocer que Bengoechea no tuvo su día). Se respiraba un ambiente fantástico y el campeón no defraudó (nunca lo hace): sentí en el público la ilusión y la alegría de volver a vivir la pelota en el frontón de referencia de nuestra Comunidad, el Javier Adarraga de Logroño. Un frontón que tiene algo de especial para todos los riojanos (y también para quienes vienen de fuera de La Rioja) que disfrutamos de la pelota en él: la máxima entrega de los pelotaris, la presión del público, los cánticos de los corredores y, cómo no, el inconfundible olor a sardinas y guindilla.
Pdta.: El 14 de febrero volveremos al frontón para rendir homenaje al pelotari de Hervías Miguel Capellán, un excelente profesional que deja las canchas.
Traigo al blog una simpática foto de Rodezno. Celebramos este sábado la fiesta de San Sebastián y, por invitación de su joven alcaldesa, Noemí, disfrutamos de una generosa comida popular. La visita oficial tenía como motivo inaugurar la pavimentación de varias calles… pero lo mejor fue el rato que vivimos antes de comer, tomando un vino con vecinos y compañeros y disfrutando del animado
pasacalles… con acordeón incluida.
No puedo dejar de escribir un post en el que abordar la horrible tragedia de Haití. Parece incomprensible que un fenómeno de la madre naturaleza pueda acabar, de golpe y porrazo, con la vida de más de 150.000 personas. Tengo la impresión de que todo el esfuerzo que hagamos, tanto de forma personal como colectiva, es poco. Pero es necesario.
Aparte de la colaboración que los riojanos hemos prestado de forma institucional, desde el Gobierno y desde los diferentes Ayuntamientos, quiero destacar la iniciativa de tantos y tantos convecinos nuestros con acciones solidarias en muchos de nuestros municipios: subastas, cafés solidarios, partidos de fútbol, obras de teatro, cuestaciones a pie de calle… Y, por supuesto, la entrega personal de profesionales que han partido hacia allí a prestar todo su apoyo.
Todas estas iniciativas y muchas más son las que mejor nos definen a los riojanos como una sociedad generosa, como un grupo de personas dispuesto a ayudar a los más necesitados. Y una tragedia enorme como ésta nos permite valorar cómo estamos frente a otros países, frente a otras regiones, y seguir desarrollando nuestra solidaridad.
Si de una boda sale otra, de cada visita a Fuenmayor salgo con la promesa de volver. Por la cercanía, el calor y la amabilidad de la gente de Fuenmayor. Y, además, tienen la suerte de tener un pueblo precioso y con un casco histórico magnífico. Un entorno con unos viñedos estupendos y unas bodegas con unos vinos… Doy fe.
Y así cumplí este jueves por noche con una invitación pendiente. En una de estas bodegas, tuve el lujazo de cenar con Emilio y con un grupo de vecinos de Fuenmayor que se juntan en la sociedad gastronómica La Malaria. Curioso nombre, sí… no sé si será porque la picadura de estos amigos de Fuenmayor deja huella, por lo “malos” que son, o por el estado febril con el que algunos seguro que salen después de alguna larga noche de vino y conversación.
Bueno, que los de La Malaria son muy buena gente. Agricultores, taxistas, trabajadores… personas que madrugan cada mañana para salir adelante, que saben lo que significa el trabajo diario pero que también saben disfrutar de su tiempo libre. Sin duda, la maravillosa gastronomía de nuestra tierra y su habilidad en los fogones ayuda un poquito.
Porque, el asado estaba descomunal. El mérito, de Diego, un argentino vital y alegre, que lleva ya 10 años en Fuenmayor, como uno más de Fuenmayor. La verdad es que los argentinos con la carne tienen una mano, tienen muy buena carne y eso se nota. ¡Qué carne y cómo la asan!!. Preparó incluso la salsa chimichurri que estaba espectacular. Daniel me hizo recordar a los riojanos de Argentina, a los familiares que algunos tenemos por allá.
Gente alegre, normal, cercana y gente voluntariosa. Así lo demuestran cada año, como me contaron, colaborando en la feria de artesanía y vino, en las fiestas de septiembre o en la marcha ciclista que organizan entre los viñedos. Saben que el buque insignia de Fuenmayor es su vino y no vean cómo lo promocionan mientras se lo pasan en grande.
De hecho fue el tema del que más se habló. ¡Y nada de política!. A uno también le gusta desconectar y sentirse uno más, que es lo que soy. Sin protocolos y con las corbatas en el cajón. Como anécdota, alucinaban cuando les contaba mi vida en Igea, currando en el campo, cuando iba con mi padre con el camión.
El jueves volví a saborear los buenos tintos que se hacen en Fuenmayor y volví a escuchar y a aprender de estos buenos amigos de Fuenmayor.
En la sociedad actual, se han producido fenómenos de incorporación de otras culturas que conviven con nosotros. Y, del mismo modo, nosotros también, los riojanos, nos incorporamos a otros lugares con culturas totalmente diferentes.
La búsqueda de una convivencia real no debe llevarnos a cometer equivocaciones. No podemos caer en el error de fomentar las culturas de los que vienen, pero hacerlo desplazando, o incluso obviando, los elementos tradicionales y patrimoniales de la nuestra. No podemos ni debemos hacerlo porque nos lleva a una pérdida de nuestra identidad. No podemos ni debemos perder las referencias de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que queremos seguir siendo. Hacerlo nos puede llevar al perder el rumbo.
Por ello, y con todo el respeto a otras culturas que, sin duda, nos enriquecen, siempre he sido y seguiré siéndolo un fiel y leal defensor de lo nuestro: de nuestro patrimonio y de nuestra tradición, de los orígenes y de las raíces que nos hacen ser RIOJANOS. Seguir siendo tal como somos, y orgullosos de lo que nos es propio. Por supuesto, no renuncio a compartir la cultura de quienes vienen de fuera como una aportación que sume aspectos positivos. Es más, creo que hay que apoyarles para que la cultiven. Eso nos enriquecerá a todos.
Igualmente, pienso que no hay que confundir aceptar y compartir la cultura de los otros con sustituir. Colocar la cultura de otros por encima de la nuestra -por poner un ejemplo que todos podemos entender- es tanto como colocar la bandera de La Rioja en nuestra tierra en un segundo lugar respecto a otras banderas. Defendamos lo nuestro y aceptemos otras culturas que seguro que nos puedan aportar o sumar aspectos positivos. Pero no pongamos lo nuestro en un segundo plano.
Por fin ha llegado 2010: año jacobeo, año de la TDT, año de la Juventud en La Rioja… año -en definitiva- lleno de ilusiones. Sé que no es muy original pero no quiero dejar pasar esa buena costumbre de decir FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.
Un año próspero es un año venturoso. Deseo que éste que comienza nos haga olvidar el que termina (o, lo menos bueno, que también ha tenido muchas cosas buenas). Que 2010 no sea peor, sino que nos ayude a conseguir juntos nuestro gran objetivo común: el empleo. Para ello vamos a necesitar esfuerzo y sacrificio y os aseguro que por mi parte pondré todo mi empeño. El trabajo, el empleo, el sacrificio y el esfuerzo van a ser un año más los valores que marquen mi día a día. Y pido para ello salud, tan necesaria para llevar este y cualquier proyecto a cabo.
Se acerca, para los niños, la noche más especial del año: la noche mágica de Reyes. Mágica por la ilusión que enciende en los ojos y en los corazones de los más pequeños. Son esas miradas, tan especiales, las que me recuerdan los nervios vividos de chiquillo, el no dormir, el amanecer muchas veces nevado en Igea… y el regalo inesperado. De mi época más menuda, recuerdo especialmente un triciclo, un sencillo triciclo, que me echaron los Reyes y que me hizo el niño más feliz del mundo.
Son esas miradas mágicas las que brotaban hoy de los niños de la guardería de la Cocina Económica. Y deben ser iniciativas preciosas como ésta organizada por el Instituto Riojano de la Juventud las que apoyemos estos días. Esforzarnos por aquellos que menos tienen -cuando no nada- para conseguir que, para ellos, también sea una noche especial. Ha sido una gozada verles jugar y sonreír, como decia el lema de la iniciativa. Se han recogido cerca de 500 juguetes (se lo agradezco personalmente a las familias que generosamente los han entregado) y hoy tenemos 250 niños más que juegan y sonríen. Una generosidad tan grande que servirá no solo para ver sonreír a los niños de la guardería Entrepuentes sino también a los hijos de los reclusos de la cárcel de Logroño y a otros niños del Casco Antiguo.
Y los adultos, ¿qué nos queda? Contagiarnos, cada uno de nosotros, con la sonrisa de cada niño. Y seguir siendo generosos durante todo 2010.